La Cuestión Fundamental: Salvar la Biodiversidad y Guiar a los Demás a Hacer lo Mismo
Consideramos la pérdida de la biodiversidad como la mayor crisis de nuestro tiempo. La cantidad de seres humanos y la escala de nuestro impacto sobre la Tierra ha gatillado la ola más masiva de extinciones desde que desaparecieron los dinosaurios hace 65 millones de años atrás. El desmoronamiento de los ecosistemas y la consiguiente pérdida de las especies están dañando severamente la salud ecológica del planeta, de la cual todos nosotros, humanos y no humanos por igual, dependemos. El cambio climático ahora amenaza con acelerar esta embestida a la biodiversidad.
Creemos que los seres humanos tenemos una obligación ética de compartir este planeta con otras especies y que debemos reorientar nuestros valores y actividades de tal manera que todas las formas de vida puedan prosperar. Con este fin, dirigimos nuestras energías a la creación de parques, el activismo, la restauración y la agricultura ecológica. A través de distintos programas, mantenemos nuestro compromiso con una serie de ideales en común: economías locales basadas en la ecología; la producción de energía renovable local; arquitectura y diseño apropiados a las condiciones del lugar; y trabajo significativo para los individuos y las comunidades. Para una mayor comprensión sobre la ética medioambiental y el pensamiento eco céntrico que guían nuestro trabajo, mira aquí, donde entregamos una explicación más completa sobre este tema tan lleno de matices.
Nos enfocamos en el trabajo medioambiental y la conservación (incluyendo la agricultura) mientras que al mismo tiempo apoyamos, en espíritu, a otros movimientos sociales progresistas. Sin embargo, debido a que vemos que muchas fundaciones financian exclusivamente la justicia social, la paz y los temas de la mujer, nosotros dirigimos nuestros recursos limitados hacia las áreas donde podemos producir el mayor impacto y tenemos la mayor experiencia: la conservación y el activismo medioambiental.
SOLIDARIDAD ENTRE ESPECIES
Desde hace varios años, las oficinas del Grupo Ecológico Sierra Gorda I.A.P., han servido entre otras funciones como refugio, clínica y fonda para una variedad de especies de fauna silvestre que por una u otra razón llegan a las mismas. Desde los que han sido cruelmente abusados, como una añosa tortuga a la que taladraron su concha y clavó una de sus manos algún enfermo mental (¿porqué no aprueban nuestros Diputados una versión práctica de la Ley del Talión?) a los que por una u otra razón sufrieron percances, otra clase de abusos por humanos, enfermedades u orfandad y a los que es una obligación brindar ayuda. A lo largo de varios años han desfilado desde lagartijas a venados, pericos, pelicanos con su peculiar tufo a pescado rancio, tortugas, salamandras, venados cola blanca y temazates a una encantadora margay que hubo que criar, enseñar a cazar y regresar al monte. Y apenas la semana pasada una guacamaya militar, miembro de la última colonia de esta especie en el centro de nuestro país. Una vez más la sociedad civil tiene que asumir (con mucho gusto!) la protección de la fauna ante la completa falta de presencia y desinterés de la autoridad.
Lo que me queda claro es que a pesar de que la crueldad e indiferencia es una característica en muchos humanos, lo es también la solidaridad y cobijar a hermanos menores en apuros en muchos otros. Desde una señora muy humilde que rescata un venado bebé de los malditos perros que le daban caza y apartaron de su madre y de su escaso bolsillo compra leche para darle por días hasta que conectó con nosotros, a otra señora que rescató a una guacamaya enferma que (una vez más) perros querían comerse y con ello le dio una segunda oportunidad de reintegrarse con sus compañeras y volar alto en la sierra. Eso es una gran satisfacción. Ya en nuestras manos se convierte uno en enfermero o “nano” y con un poco de suerte son ejemplares que pueden regresar a la vida silvestre. Sin embargo cada ejemplar que se consigue rehabilitar, se convierte en la mayor satisfacción posible. Creo no hay nada mejor que ver volar de nuevo a una ruidosa guacamaya y reintegrarse con su tribu.
Lo que me queda claro es que a pesar de que la crueldad e indiferencia es una característica en muchos humanos, lo es también la solidaridad y cobijar a hermanos menores en apuros en muchos otros. Desde una señora muy humilde que rescata un venado bebé de los malditos perros que le daban caza y apartaron de su madre y de su escaso bolsillo compra leche para darle por días hasta que conectó con nosotros, a otra señora que rescató a una guacamaya enferma que (una vez más) perros querían comerse y con ello le dio una segunda oportunidad de reintegrarse con sus compañeras y volar alto en la sierra. Eso es una gran satisfacción. Ya en nuestras manos se convierte uno en enfermero o “nano” y con un poco de suerte son ejemplares que pueden regresar a la vida silvestre. Sin embargo cada ejemplar que se consigue rehabilitar, se convierte en la mayor satisfacción posible. Creo no hay nada mejor que ver volar de nuevo a una ruidosa guacamaya y reintegrarse con su tribu.